lunes, 9 de agosto de 2010

El Carranza como tributo a Jarque



El Espanyol se proclamó campeón del trofeo Ramón de Carranza tras imponerse en la tanda de penaltis al Atlético de Madrid. El choque acabó en 1-1 y fueron los penales los que dictaron sentencia favorable a los 'periquitos'. Una victoria que coincide con el aniversario del fallecimiento de Jarque y que sirve como tributo al capitán espanyolista.

La final no se salió del guión del torneo y también tuvo que decidirse desde el punto fatídico. Los dos equipos dispusieron de ocasiones para evitarlo pero, el palo, o la inspiración de los porteros lo evitó.

A pesar del nombre de los dos equipos, el choque fue el típico encuentro de pretemporada. Muchos errores defensivos y ganas de agradar por parte de aquellos jugadores que quieren ganarse el puesto. Fue el caso de Diego Costa, que arrancó como una moto y se fue diluyendo con el paso de los minutos. Su arranque de partido fue un espectáculo. Al minuto de partido ya había mojado. Remató en el primer palo un saque de esquina de Reyes, que cogió a los catalanes por sorpresa.

A esas alturas, el partido era más una pachanga playera que un partido entre dos equipos de Primera, situación que aprovechó el Espanyol. Los de Pochettino aprovecharon la pájara defensiva de los de Quique para empatar el partido a los tres minutos. Fallo brutal en la zaga colchonera que permitió a Callejón plantarse solo ante Joel y batirle con mucha clase. Con el 1-1 las cosas se estabilizaron.

Lo peor para los catalanes fueron las lesiones de Cristian y Mattioni. Los dos tuvieron que abandonar el partido en la primera parte.

En la segunda parte Quique metió al Kun y el argentino hizo que mereciera la pena pagar una entrada por ir al estadio un domingo de agosto en Cádiz. Mandó un balón al poste y dejó varios destellos de su clase.

El show de Pérez Lasa

El partido entró en una etapa de aburrimiento de la que se encargó Pérez Lasa. El colegiado vasco, que hasta entonces no había estado mal, se equivocó al señalar una cesión de Ujfalusi, que en realidad era un mal despeje. Esa jugada derivó en un festival de tarjetas que tuvo su culminación en la expulsión de Luis García mientras calentaba en la banda.

Sin fútbol, pero con entretenimiento, la cosa llegó a los penaltis. Ahí Casilla, ya grande de por sí, se volvió enorme. El ex cadista, al que el Carranza trató con dureza, se creció ante los abucheos y le paró a Reyes el penalti decisivo. El Ramón de Carranza, para Barcelona.

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